domingo, diciembre 07, 2008

Tree of life

domingo, diciembre 07, 2008

A) El árbol de la vida no sostendría a nadie; al contrario, se sustentaría sobre una horda de (in)crédulos sin más oficio que el de mantenerse en pie cerca de su tronco. La inclinación de éste les produciría (a los incautos) una especie de admiración, como si estuviesen frente a la Torre de Pisa y no ante el vacilante tallo que realmente es.

B) Cerca del centro los espectadores observarían las ramas y sus bifurcaciones. Digamos, éstas se enroscarían intentando guardarse de las miradas multitudinarias de nosotros, los crédulos y los no tanto. Cada ondulación, grande o pequeña, seguiría la máxima: "frente a lo que sea, vuelva tercamente sobre su epicentro", tal como lo propondrá alguien en Principios Vitales para Árboles de la Vida, valga la redundancia, (2012), editorial Caducifolio Nuevo.

C) Más tarde, ya seguro de su guía, se presentaría en el árbol un crecimiento tipo bonsai. Lo que implica, probablemente, que el grado de importancia está en directa relación con la antigüedad, en desmedro del tamaño. Y ya puestos, si del bonsai surgiesen arrugas, tanto mejor pues eso demostraría su calidad de añejo... lo que provocaría ganas de beberlo, como si se tratase de un buen vino. Esto último, sin embargo, no podría asegurarlo.

D) Imagino que al árbol poco deben interesarle las Torres de Babel y de ahí su semejanza con la Torre de Pisa; nadie en su sano juicio podría alcanzar el suelo simplemente creciendo, en cambio sí podría, siendo el caso, inclinarse sobre sí como en una reverencia y tocarse la punta... del pie, en un gesto pleno de -¿cómo decirlo?- sincera humildad y necesario reconocimiento, dos elementos que nunca sobran en el Reino de los Suelos.

E) Mientras tanto, en las copas de este árbol, vivirían cien pájaros salidos de la cuenca de una mano que amenazaba jaula. Tal vez, en sus vidas pasadas, habrían formado parte del grupo de (in)crédulos. Sus cantos serían los de pechos henchidos de libertad, los de ojos que sólo pueden ver hacia arriba, al camino que queda por andar. ¿Y lo andado? Vendría siendo pretérito desperfecto, necesario olvido, recuerdo no añorado que yace en el fondo de un baúl sin fondo, caído para siempre en el irrecuperable hoyo negro de la historia.

F) A estas alturas o desventuras cabría preguntarse de qué vive este árbol, o más bien, cómo es que perdura. Sobre la extensión de sus raíces no podría asegurarse nada, pues nadie las ha visto y Julio Verne no alcanzó a narrarlo. Su viaje al centro de la tierra, desgraciadamente, no aportó evidencia empírica alguna sobre este tipo de asuntos, lo que confirma cuán pocas veces nos atrevemos a decir cosas realmente importantes. En fin; que siempre -menos mal- van quedando cosas por definir.

G) Pero lo que a usted y a mí podría interesarnos sobre este fenómeno es fundamental. Aunque yo no digo nada sobre esto. Ni siquiera se me ocurriría mencionarlo. Si la imaginación de la imaginación me alcanzase (como dijo don Gonzalo), simplemente cambiaría las letras por glifos y que se las arregle el resto como pueda. Es personal y es intransferible, como dice mi cuenta de ahorro del Banco Estado.

5 comentario/s:

Dina Bellrham dijo...

"si del bonsai surgiesen arrugas, tanto mejor pues eso demostraría su calidad de añejo... lo que provocaría ganas de beberlo, como si se tratase de un buen vino"

Me gustaría verlos con arrugas, aunque vi a los cactus en Galápagos que al envejecer se les caen las espinas y se quedan chatos, a lo mejor como sabiendo que ya no tiene de que defenderse, a lo mejor con las ganas esos cientos de años de haber sidos tocados, pero uno los quiere tocar cuando están verdes y punteagudos!!!!!...

Al fin de cuentas volvemos al polvo, ¿seremos árboles o el estiércol?.

Ahora, que estamos escribiendo, y estamos en plan filosófico, o sea, haciendo sin querer, vamos por buen camino....



D

Anónimo dijo...

Será que lo importante son las raíces, que crecen hacia abajo; mientras que las ramas y las hojas, están siempre a merced de los elementos?


Tiene muchas más lecturas, en cualquier caso.


Baccio.

Anónimo dijo...

Los árboles son verdaderamente hermosos, sobre todo por lo que representan, algunos hasta son milenarios, y por ende testigos de lo que algunos cuentan...Yo prefiero las plantas, porque en mi pequeño apartamento no puedo tener árboles, pero en el balcón he sembrado una, como la de Juan y los frijoles mágicos. Quiero ver si es cierto que crecera hasta el cielo, quiero ver si de verdad que existe aquel castillo, y el gigante que nos ve desde las nubes. Sería interesante ver con los ojos de dios la desbastada ciudad de Bagdad...No se a lo mejor me caería desde arriba, y volveria a la tierra, a los pies de algún samán caucasico que sepulte los huesos dolientes y los transforme en pulpa, alimento vegetal.

Anónimo dijo...

Me encantó lo de los glifos, cómo las marcas, las arrugas, las señas pueden escribir la historia de la edad... tanto en árboles como en personas parece ser el mismo cuento.

Abrazos, hermanita.

José Ángel Corona dijo...

"...inclinarse sobre sí como en una reverencia y tocarse la punta... del pie, en un gesto pleno de -¿cómo decirlo?- sincera humildad y necesario reconocimiento, dos elementos que nunca sobran en el Reino de los Suelos"

La alquimia habla de un arbol cuyas ramas crecen en la tierra y sus raices en el aire... Pero ,en fin, no viene al ¿caso?

¡Al fin! jejé, algo tuyo que leer.

Gracias por conpartir esos tesoros "intransferibles"... Es bueno saber que todos, de alguna u otra forma, vemos al mismo árbol.

Un abrazo!

Nos vemos!

 
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