lunes, abril 06, 2009

Contradicción

lunes, abril 06, 2009
Casi casi como aquella en la escena en que dice que no, pero sí. Al menos como dice el título: con ánimo de amar, lo cual puede llegar a ser en ciertas circunstancias más que suficiente. Y el otoño, las id(e)as, los regresos, más o menos todo acomodándose al lienzo de lo que va sucediendo, a paso firme, dentro de mí.

Desde el piso inferior del bus de dos niveles, imagino la historia de dos mujeres. La una y la otra serían distintas, pero idénticas. De alguna forma, en su discurso, en sus palabras, iría desapareciendo la (aparente) distancia, hasta quedar sólo el contenido. La historia en el fondo sería simplemente una visión, una óptica particular que los demás pueden (o no) compartir. Nada del otro mundo.

Me pregunto si resultaría contar algo así. A mí me suena verídico, digamos, al menos susceptible de ser cierto. La una pensaría que los hombres son un mal necesario, y la otra que son un bien prescindible. La una usaría palabras modositas y la otra hablaría a las patadas, puteada tras puteada y sin intenciones de allegarse a un cielo del que ha sido excluida antes de intentar siquiera entrar en él. Tendrían ideas sobre la vida, aunque más bien serían juicios. Juicios sobre la realidad.

Las dos tendrían parte de mí y con ello, tal vez, redimiría algunas contradicciones. Pienso en las diferencias como aquel punto mágico que he visto cuando amanece por un sólo lado del camino, mientras que el otro continúa oscuro, con la luna por delante. En algún punto ese universo contradictorio se une, se toca. En alguna parte del firmamento todo eso es lo mismo, sólo que es dificil verlo. Es difícil tenerlo en cuenta.

El viernes, mientras veía Con ánimo de amar (Wong Kar-Wai, 2000), me acordaba de la sugerencia que hace ya tiempo me hiciera O. sobre ella. Creo haberle hablado de mi fascinación por Ki-duk, el director surcoreano y de su película Time, en la que dibuja el miedo al paso del tiempo en una relación amorosa. Me preguntaba si aquella complicidad de la pareja protagonista, tenía algo que ver con la nuestra. Y el miedo, al parecer inevitable, a ser como los otros, como los que engañaron primero. La contradicción.

Me pregunto si convendría aceptar que prender la luz tiene más que ver con el permanecer a oscuras, con los ojos abiertos, que con encender una lámpara y quedar, encandilado, a ciegas.

2 comentario/s:

Anónimo dijo...

para mí quizá ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario; aunque lo más seguro es que quién sabe.

besos desde los días idénticos.

Angélica dijo...

Don't worry. Es parte de una de esas conversaciones conmigo misma.

Besos

 
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