domingo, febrero 22, 2009

Patrice Leconte: dos películas

domingo, febrero 22, 2009
Patrice Leconte (París, 1947) es un director de cine, guionista y actor francés. Como suele suceder cuando uno ve las películas que simplemente llegan, sin un orden, digamos, lógico, me encontré con él en una película suya de 1999, titulada La chica del puente.

Eso ocurrió la semana pasada y ayer, por esa lógica de la casualidad, se produjo el reencuentro con El marido de la peluquera, nueve años más antigua en su filmografía.

En La chica del puente, Leconte nos muestra la historia de una mujer que linda la ingenuidad y la estupidez. La chica conoce a un tipo en un puente, mientras intenta matarse. Éste se gana la vida arrojando cuchillos y buscando, al parecer, una diana que no desee demasiado su vida como para exponerse al filo de su puntería.

La película está grabada en blanco y negro y tiene algunos diálogos sabrosos, así como la estupenda actuación de Daniel Auteuil (El placard).

"- El futuro es como una sala de espera, como una gran estación, con bancos y corrientes de aire, y detrás de los cristales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme. Tienen prisa. Cogen trenes, o taxis, tienen un sitio adonde ir, alguien con quien encontrarse. Y yo me quedo sentada, esperando.

- ¿Qué espera, Adele?

- Que me ocurra algo."


Y las cosas ocurren, digamos. Sólo que la tal Adele comienza a tambalearse hacia el lado estúpido de la candidez y entonces, una película que comenzó bastante bien y que prometía mostrar nexos interesantes entre las perdidas jóvenes suicidas y la necesidad de encontrar a esa persona complementaria, necesaria, irreemplazable, se diluye hasta cristalizar en un final predecible y meloso.

Otra historia de amor, no tan lejana, en el fondo, es El marido de la peluquera (1990). Allí, el narrador y protagonista es Antoine (Jean Rochefort), un hombre que de niño soñaba con casarse con una peluquera. Matilde (Anna Galiena), es la elegida por este hombre cuya espontaneidad y amor por su mujer lo convierten en un personaje encantador.


La historia es bastante más sencilla que la de La chica del Puente. Comienza por lo bajo, susurrada por la voz de un Antoine que busca en su niñez el comienzo de su gran amor. Su fuerza e intensidad van apareciendo en las movimientos sensuales de Matilde, en los bailes árabes que él le dedica a ella y a su clientela, en las declaraciones amorosas, su abrumadora sencillez y su imponente presencia.

El final es un broche de oro, por lo inesperado y, sin embargo, coherente que logra ser con los personajes.

Para mí, ambas películas exploran esa relación entre la necesidad de amar y ser correspondido, transformada en una correspondencia total, entregada y perpetua. En ese sentido, creo que El marido de la peluquera logra dar un paso más allá, mostrando el miedo al final del amor.

Será por eso que Pedro Guerra le dedica un tema en su disco Golosinas (2005), tema que también escuché hace años interpretada por su compatriota Ismael Serrano, en conjunto con su autor. Tal vez Serrano, al ver la película, habría dicho como en aquella canción: "el amor es eterno mientras dura".

6 comentario/s:

Anónimo dijo...

yo no debería comentar los post de cine, porque yo de eso sé lo que el presidente de física cuántica. añado lo mismo: hay que verlas.

en cuanto a la frase final, sólo la acomodo de la forma en que lo veo ahora: "el amor es el amor mientras dura".

Anónimo dijo...

¿O sea, que el amor no es eterno?
M.C.E.L.L.

Angélica dijo...

Quizá la maravilla del amor resida en esa magia de hacernos creer que existe eso que nombramos cuando pronunciamos la palabra eternidad.

Y sí, el amor es indudablemente amor mientras se vive y se siente.

He pensado, en relación a estas películas y a este post, en el miedo a la finitud y creo que, siendo esto tan hermoso, no puedo menos que sentirlo. Pero no podría, por ejemplo, ser como Matilde. Creo que el valor es aprender a vivir el amor como algo eterno, aún cuando no lo sea, aún cuando nadie pueda asegurar que llegue a serlo. Y atreverse a la finitud, al límite, lo que finalmente puede ser una experiencia más intensa que toda una eternidad de medias tintas.

Recuerdo algo que me haz dicho, respecto de muchas parejas que pasan la vida sin sentir nunca, sin vivir nunca lo que nosotros hemos experimentado.

Que juzgue quien lo haya vivido, entonces.

Yo, simplemente, te amo.

A

Anónimo dijo...

Hermosa declaración de amor, en medio de la clara y siempre nitida visión que no es critica de Cine (para mi) sino comentarios sobre películas de cine. A mi el cine me encanta pero debo admitir que no se escribir lo que ciertas peliculas me inspiran. Por ejemplo: En "Lugares Comunes" de Aristain.(2003) El personaje de Fernando interpretado por mi actor preferido (Federico Luppi)era un profesor de Literatura enamorado de su profesión y de su mujer. La relación que ambos mantenian era tan tierna y sensual a la vez. El amor es eso. Eternas ensoñaciones. Vividas realidades. El personaje de Fernando le decía a una mujer encargada de una biblioteca que se le insinuaba, que a pesar de la belleza y sensualidad que como mujer ella emitia. Lamentablemente Lily (su mujer) siempre ganaba, estaba en su alma y en su ser.Esas si son eternizaciones del amor...
Muy coherentes y hermosas las opiniones sobre las peliculas, "la mujer del peluquero no la he visto. He escuchado la canción de Pedro Guerra, y la versión cantada po Ismael Serrano. Magistrales!!!!

Saludos a tú precioso Chile.
Besos

Anónimo dijo...

Muy interesante los comentarios de las peliculas. Dan ganas de verlas. Y en cuanto a lo del amor...

Saludos!!!

Los amo!

Angélica dijo...

Zune y Lenin: Gracias. Y sí, no son críticas sino comentarios, lo que me parece más honesto y enriquecedor.
En fin. La vie, l'amour, c'est la meme chose!

Saludos
A

 
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